Economía en Cuba: entre la crisis mundial y la creación heroica

Comprender y entender la economía cubana no es un tema fácil. Para los que no conocen el proceso revolucionario que vive la isla desde hace 50 años, la idea reduccionista es que una dictadura férrea, a través de un Estado omnipresente, controla absolutamente todos los resortes de la sociedad de manera autoritaria. Para quienes la cuestión económica cubana es un fenómeno de interés profundo, no sólo por el futuro de ese país, sino por las enseñanzas que brinda a otros proyectos socialistas, introducirnos en esta problemática tiene mucho de desafío y aprendizaje. El economista cubano Faustino Cobarrubia mantuvo una extensa charla con Resumen Latinoamericano donde explicó la situación económica de Cuba en el marco de la crisis mundial. Yamila Blanco y Leandro Albani. Resumen Latinoamericano.

Soportar un bloqueo económico y social durante cinco décadas por parte de Estados Unidos, construir una nación independiente durante años, lograr un comercio justo con el campo socialista y que, en pocos meses, el mayor socio de Cuba desapareciera de la faz de la tierra, son hechos que conforman un panorama de donde salen lecciones muy importantes. Sobre todo si Cuba, durante la década del noventa, tuvo que aplicar el denominado “período especial” para levantarse y continuar la marcha, sin perder una sola de sus conquistas principales: gratuidad en la educación y la salud, pleno empleo, y alimentación para 11 millones de personas. Hacer de la economía cubana una análisis lineal y chato, se convierte en una simpleza que no deja enseñanzas, sino prejuicios y mentiras.Y si algo se debe reconocer al pueblo de Cuba es que frente a las dificultades, que cualquier otro país no podría soportar ni siquiera meses, en la isla pareciera que invocaran de forma permanente el pensamiento de José Carlos Mariátegui a la hora de definir que el socialismo no es calco ni copia, sino creación heroica.

Resumen Latinoamericano mantuvo un extenso diálogo con Faustino Cobarrubia, miembro del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM). Si tecnicismos y apelando a ejemplos simples y concretos, el economista cubano abordó los más variados temas con respecto a la situación actual de la isla, sus desafíos en plena crisis mundial, las herramientas que utilizan para reponerse del período especial, la necesidad de alcanzar altos niveles de productividad interna, los mecanismos aplicados para la apertura económica a la que debieron recurrir (y que desde los grandes medios de comunicación fue promovida como el final del socialismo en Cuba) y la constante búsqueda por parte de la Revolución de sostener un país donde la justicia social es la esencia fundamental del proceso. Cobarrubia también explicó en detalle ciertas medidas aplicadas durante el período especial, como la despenalización del dólar y la creación de una doble moneda, que todavía se mantiene en el país.

En Cuba, los temas referidos a la economía y la superación de los errores no escapan a nadie. Sean intelectuales, trabajadores y trabajadoras, economistas o dirigentes máximos del gobierno, la economía es un debate presente en todas las casas, como también la idea fundamental de que los logros obtenidos luego de la Revolución no se deben perder por ningún motivo. 

-¿Cuál es la situación de Cuba en el marco de la crisis económica mundial y cómo se posiciona frente a este fenómeno?

-Para responder esa pregunta, hay que ver en las condiciones que Cuba llegó a esa crisis. ¿Cómo estaba la economía cubana en las puertas de la crisis global? Una de las primeras cosas que uno tiene al frente, es el hecho de que Cuba venía en un proceso de recuperación económica desde los años 2003 y 2004. A pesar de no haber salido del período especial, la economía venía creciendo a tasas importantes, sobre todo guiadas por sectores como el turismo. Incluso se intenta revitalizar la agricultura cubana, que es clave. Con esto hay que analizar que en el año 2008 fuimos azotados por dos inmensos huracanes en menos de dos meses y destruyeron prácticamente el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. En dos meses, Cuba sufrió un impacto como el que sufrió la economía de Estados Unidos durante la gran crisis de 1929 a 1933. Con esto hay que analizar el hecho de que también la economía cubana se vio sometida a un proceso de un gran intercambio desigual. ¿Por qué razón? Porque los precios de los alimentos en el mercado mundial subieron, y todavía una parte importante de los alimentos que se consumen en el país se importan. La factura importadora de Cuba en términos alimentarios es sumamente elevada y los precios subieron, y por concepto de esa elevación la economía sufrió una pérdida de casi dos millones de millones de dólares. Todos estos elementos tienen como trasfondo dos cosas importantes: la primera es el bloqueo norteamericano a Cuba. La crisis viene a una economía bloqueada, que significa el no acceso a financiamiento externo, dificultad para acceder a los mercados externos, no tener las facilidades que tienen otros países. Este es un bloqueo que viene desde hace muchos años, todo el mundo conoce la repercusión que ha tenido, es un bloqueo en términos económico y social. El otro aspecto que está en el fondo es que no hemos salido todavía del período especial, del período de dificultades en que entramos cuando se derrumbó el campo socialista. De ese período que se inició en los años 1989 y 1990 con el derrumbe del campo socialista, que era prácticamente uno de los pilares del modelo cubano, todavía no hemos salido. Esto significa que la producción de Cuba en este momento no alcanza el nivel que tenía en los años 89-90.

-¿Cómo hizo Cuba para remontar desde el período 89-90 para llegar al 2004 con un crecimiento económico tan grande, teniendo que suplantar el gran intercambio que tenían con la Unión Soviética?

-La lógica primera era sobrevivir y para esto tuvimos que aplicar muchas medidas, como de apertura económica, tuvimos que flexibilizar un poco el modelo socialista cubano y a contrapelo de la teoría, tuvimos que construir algunas medidas de mercado para poder lidiar con la situación económica externa. Cuba tenía que reinsertarse en el mercado mundial, habíamos perdido los vínculos externos. Era una economía que se basaba sobre todo en el comercio exterior, que tenía sus vínculos con el campo socialista y en un momento rompe con esos vínculos y tiene que reinsertarse en la economía mundial, o sea buscar nuevos socios. Cuba primero tuvo que romper con el monopolio del comercio exterior, que lo realizaba una entidad del ministerio de Comercio Exterior y hubo que flexibilizar y descentralizar para que las mismas empresas lograran por su vía reinsertarse de alguna manera. Otro elemento es que se reconsideró la ley de inversiones extranjeras, se amplió y se dio facilidades al capital extranjero para que entrara a nuestro país. No se trata de una apertura indiscriminada como se hizo en otros lugares, en el sentido de que todo el que quisiera invertir en Cuba, viniera. No, fue una apertura selectiva, gradual y que se hizo tendiendo a que la inversión extranjera facilitara mercado y capital, además de determinadas condiciones. No cualquier inversión extranjera, sino que tenía que cumplir determinados requisitos y condiciones. Una de ellas es que tenía que aportar capital, mercado o tecnología. Sobre esa base se propició, fomentó y promovió un proceso de inversiones extranjeras en Cuba. En los años 80, la inversión extranjera era una mala palabra en los países socialistas, porque se entendía que era un capital que lo que hacía era explotar y saquear a los países. De momento nos vimos obligados a darles la entrada pero con estas condiciones. Primeramente se desconcentra el comercio exterior, ese monopolio que existía se desbarató, entonces las empresas tienen más flexibilidad, autoridad y autonomía para hacer los vínculos comerciales. En segundo lugar, hay una apertura en cuanto a inversión extranjera, y en tercer lugar una medida que complementa a las demás, que es la despenalización del dólar, porque tener dólares en Cuba era ilegal hasta el año 94. Se puede empezar a utilizar el dólar, incluso las remesas que vienen del exterior y esto, lógicamente, fomenta el mercado interno. Esta medida de despenalizar la tenencia de dólares tiene un sentido, que está ligado a otra cosa, que es aprovechar el mercado interno cubano, reservar el mercado interno cubano para los nacionales. En otros lugares se permite que las empresas entren al país y puedan vender sus cosas. Por ejemplo, se permite que entre Mc Donalds o Coca-Cola, pero aquí no se permitió. Aquí una premisa fundamental y esencial era que el mercado interno es para Cuba. O sea, los dólares que venían de Miami o de Europa no se los llevaba Mc Donalds, los dólares se quedaban con empresas que producían aquí. Esta premisa de conservar el mercado interno también fue vital para retener las divisas. Otro aspecto que me parece de suma importancia es el hecho de los cambios en la agricultura, se dio más preponderancia a la propiedad cooperativa, incluso se introducen cooperativas con mucha más autonomía e independencia, donde se vincula el salario a los resultados productivos de la agricultura. Anteriormente no existía esa vinculación, porque independientemente de la producción, el obrero ganaba un salario fijo. En esta nueva etapa, porque antes ya existía el cooperativismo, en estas cooperativas de nuevo tipo que entran en el período especial tienen como elemento fundamental el hecho de que se vinculen los salarios, o la estimulación de los trabajadores, a los resultados productivos de la cooperativa. Esto, lógicamente, incrementa eficiencia, productividad y contribuye a salir de ahí.

-Este capital extranjero que ingresa y que traer inversiones o tecnología, ¿se da en el sector turístico solamente o en otras ramas productivas del país?

-Sobre todo se da en el sector turístico, aprovechando las ventajas naturales de Cuba. El turismo se convierte en el sector pivote de la economía, desplaza a la caña de azúcar, incluso al níquel. El turismo deviene, en el año 98, en el sector motor de la economía, no solamente por el aporte de ingresos que hace al país, sino también por efecto de eslabonamiento que tiene con los demás sectores. En una primera etapa, el turismo se convirtió en el sector pivote por los ingresos que se percibían, pero después la idea era eslabonar o tratar de encadenar el sector turístico al resto de los sectores de la economía cubana, para que no fuera un enclave aislado. Que el sector turístico pudiera tener vínculos con otros sectores, como por ejemplo la agricultura, que suministra tomates para el turismo, o ropa para el turismo. Pienso que el sector turístico, en términos de ingreso, sí funcionó, pero en términos de eslabonamiento, coordinación o integración con los demás sectores no se avanzó mucho, que era lo que se pretendía, porque hasta el otro día los tomates para el turismo se importaban.

-¿Por qué no se pudo avanzar en esto?

-Hubo problemas, como que los demás sectores se debía insertar competitivamente en el mercado mundial para ofrecer la fruta que el turista exigía. Ese sector debía tener la tecnología para producir esa fruta y era una inversión gigante. Lo que más limitó esto es la falta de recursos para invertir en los demás sectores. Falta de recursos, porque en ese momento estábamos en período especial y había que mantener las conquistas sociales de la Revolución. Salud y educación, eso era lo primero. Los recursos que vinieran del turismo sirvieran para mantener esas conquistas sociales, eso era esencial, además de mantener la equidad social. Son tres cuestiones sagradas de la Revolución que siempre se intentó preservar. No aplicar el neoliberalismo a ultranza ni mucho menos. Creo que una de las cosas que aquí sí se cuidó de manera muy celosa fue el hecho de no aplicar una forma neoliberal que dejara a los trabajadores desamparados. Por eso el turismo, de alguna manera, en una primera etapa significó que muchos recursos fueran a mantener estas conquistas sociales y esos son recursos que tú le quitas a las posibilidades de invertir.

-Usted decía que la despenalización del dólar en su momento fue un motor de la economía. ¿Por qué ahora se tiene como un problema la doble moneda y qué consecuencias acarrea?

-Lo que pasa es que desde el punto de vista económico tuvo sus efectos positivos, pero también tiene un efecto social enorme, es una medida de doble filo. Por un lado te permite que la economía logre suplir la ausencia de recursos por la vía de las remesas y demás. Pero por otra parte la tenencia del dólar significa que estás autorizando, estás refrendando, la desigualdad social. Estás diciendo que el que tenga dólar tiene derecho a comprar en tiendas privilegiadas para eso y puede tener acceso a determinados recursos que otros, que no tiene familiares en el exterior, no lo tienen. Pero era una cosa que había que aceptar. Es como decir: “yo quiero vivir y tengo gangrena en un brazo, bueno córtenme el brazo”. Por eso decía lo importante que era saber que nuestro objetivo era sobrevivir. Se trataba de sobrevivir en ese momento y para eso había que hacer muchas cosas que hoy están en revisión. Pero después que se sabe que el paciente se estabilizó, que ya puede vivir, estás viendo las cosas negativas de las medidas.

-¿Hoy por hoy el acceso de los cubanas y cubanos a la divisa sigue siendo simplemente por las remesas?

-Estamosen una etapa diferente donde el acceso a las divisas se da por varias vías. Una de ellas sigue siendo las remesas, también las empresas mixtas que se encuentran en el país, que no existían anteriormente, tienen personal cubano que tiene acceso a las divisas. Esas empresas son muchas veces un 20% o 30 % capital extranjero ya que casi nunca, en ningún sector, el capital extranjero tiene participación mayoritaria. Por ejemplo, normalmente el capital extranjero aporta la gerencia, y en eso en el caso de los hoteles es típico, pero todo el resto del personal es cubano, al igual que el hotel. También ese capital extranjero aporta el mercado trayendo a turistas.   

-¿Que hay de real en los rumores que se corren de que muchos de estos capitales extranjeros están abandonando el país?- Eso es una tendencia que es normal. En el capitalismo las empresas entran y se van de un país cuando ya logran recuperar su capital y obtener ganancias. Eso es una máxima, una ley del capitalismo. En el caso nuestro está primeramente un contexto de crisis. No solamente en Cuba se está viendo, sino que hay empresas que se están yendo de todas partes, por lo que no tiene nada de extraño que de Cuba también se vayan. Eso es normal en tiempos de crisis, cuando los capitales retornan a sus casas para protegerse. Sí puede ser que, específicamente en nuestro país y en algunos casos, se hayan manifestado problemas con el pago, porque eso depende de muchas cosas, porque son operaciones con divisas, y si a Cuba no le pagan, no puede pagar, es una cadena. Pero perfectamente puede ser que haya muchas empresas que se han marchado de Cuba por falta de pago o por la misma crisis, lo que no significa que el país no le vaya a pagar. Si algo tiene Cuba es que cumple sus compromisos. Eso fue una de las cosas que le permitió, en medio de un bloqueo tan férreo, poder mantener algunos intercambios debido a la seriedad de Cuba en tema de pagos y de garantía como cliente. También se han ido muchas empresas por otros motivos. Empresas que han querido hacer del país un paraíso de los negocios que en Cuba no están permitidos, como la prostitución, y han intentado desestabilizar el modelo cubano y se tuvieron que ir.

-Volviendo al tema de la doble moneda. ¿Se está intentando unificarla? ¿Cómo sería el proceso para llegar a una sola moneda?

-Es un poco difícil y lo primero que hay que ver es cómo y por qué surgió la doble moneda. Surge en un momento de período especial y el Gobierno cubano buscaba mantener la estabilidad social. Lógicamente, si no tuviéramos como brújula esta premisa, podríamos haber quitado la doble moneda desde hace rato. Porque, ¿cómo lo resuelve la política neoliberal? Dice: “bueno, ustedes son pobres, y ustedes son ricos, una sola moneda para todo el mundo. Algunos podrán pagar a la educación y otros no, algunos podrán tener acceso a la salud y otros no, etc.”. En el caso nuestro queríamos mantener primeramente la salud para todos, educación para todos y la seguridad social para nuestros mayores. Pero ¿cómo hacíamos eso? Redistribuyendo el dinero de los que más tienen a los que menos tienen, por lo que la doble moneda fue un mecanismo de redistribución. Por ejemplo, cuando vienen las remesas desde el extranjero, ¿cómo se logra que el que no las reciba pueda percibir algún beneficio de ellas? Para eso se pusieron tiendas en divisa, más caras, y el que recibe las remesas va a comprar ahí y lo que el gobierno recauda de esas tiendas lo destina a salud y educación para todo el mundo, tanto para el que recibe las remesas como para el que no. La idea de la doble moneda no era una arbitrariedad, sino que era un mecanismo para que no se desbarate el modelo social. Pero estamos hablando del año 1994, 1995, en otro contexto, donde no existían, por ejemplo, las empresas mixtas y donde tenías prácticamente como única entrada de divisas las remesas. Desde el punto de vista económico una doble moneda es una aberración total, una locura, para contabilizar incluso. Desde el punto de vista cultural también, porque el ciudadano cubano dice “mi peso no vale nada y lo que realmente vale es la divisa, ya que yo con el peso mío no tengo acceso a determinadas cosas”. Siempre es necesario analizar los otros ángulos de una medida y no puramente lo económico. Pero había que tomar esa medida para sobrevivir, para salvarles la vida a muchas personas porque no se puede hacer política con muertos. En ese momento, con el costo y todo que implicaba, era una medida necesaria para salvar la estabilidad social y para contener la brecha que se estaba formando entre quienes tenían remesas y quienes no, la hacía menos grande. Surgió allí, pero la pregunta es ¿es necesaria en las condiciones actuales? ¿El contexto que justificó esa medida ha cambiando tanto que hoy ya no tiene sentido mantenerla? En este momento el tema de la doble moneda tiene que ver con la oferta productiva. En el año 1994 había una restricción en la oferta. Hay que preguntarse entonces si se mantiene esa restricción, porque si quitas la doble moneda sin oferta, entonces verás las grandes colas de gente para comprar escasos productos, y es el mismo problema. Entonces si se quiere quitar la doble moneda hay que incentivar la producción. Pero actualmente, en un contexto de crisis, mudarse de ese sistema es como querer mudarse de casa en medio de un huracán. No se puede hacer un cambio de moneda en medio de una crisis.

-Antes de esta crisis y antes de los dos huracanes que sufrió Cuba el pasado año, ¿se estuvo más cerca de poder unificar la moneda?

-Siempre hay criterios y criterios, pero para mí lo fundamental son las condiciones internas del país, porque si en 2002 o 2004 estaban las condiciones creadas, deben estarlas también hoy. Si un factor externo hace que las condiciones cambien, el escenario cambie, es que no estaban dadas las condiciones internas. Los factores internos son los que determinan las posibilidades. Los sucesos externos afectan y complementan pero no son lo fundamental. Por ejemplo, si soy capaz de garantizar la producción de un mínimo de productos esenciales que mantengan la moneda, estaría en condiciones de una unificación. Porque el problema no es que todos perciban divisas. Si los productos siguen siendo escasos lo que va a pasar es que los precios se van a disparar e igualmente muchos no van a poder tener acceso a esos productos porque el problema es la oferta.

-¿Cuáles son los obstáculos que impiden que se aumente la productividad en Cuba?

-Cuba ha sido un país que se ha enfrentado en 50 años a dos revoluciones tecnológicas. En el año 1959 tuvimos que reconvertir la tecnología de norteamericana a soviética. Esa reconversión contó con la ayuda de la URSS. Pero en el año 1990, tras la caída del campo socialista, nos vimos obligados a hacer un cambio nuevamente, lo que significa recursos. Actualmente el cambio tecnológico es mucho más costoso que antes porque los cambios al cabo de un año ya son obsoletos. No es negocio actualmente invertir en eso, porque ¿cómo se recupera la inversión si al cabo de uno o dos años la maquinaria queda obsoleta? Lo que hacen los capitalistas muchas veces es aliarse o recurrir al capital financiero. Como lo que había que invertir era tanto decidieron inflar las acciones, eso es un método que encontró el capitalismo para financiar el cambio tecnológico. Por eso la “financierización” de la economía y las grandes “burbujas” como la inmobiliaria obedecen a una necesidad del sistema. Por eso algunos incluso interpretan esta crisis como del paradigma tecnológico que no encuentra reemplazo y que hace falta avanzar a otro paradigma, pero eso implica un costo tremendo. Entonces, Cuba ha tenido que vivir dos grandes revoluciones tecnológicas, y esta última es mucho más difícil y significa recursos y hacerlo sin ayuda externa. Por eso la productividad del trabajo aquí requiere mucha inversión, lo que representa un desafío histórico porque no se conoce una sociedad hasta ahora que haya logrado avanzar sin la generación de desigualdad. En el capitalismo hubo un comienzo donde una parte acumulaba y otra era explotada, como sigue ocurriendo actualmente. Lograr a avanzar hacia el desarrollo desde un punto de partida equitativo es un desafío del socialismo, ya que no se conoce una experiencia en ese sentido. Por eso en el caso cubano el aumento de la productividad pasa por la inversión y los recursos.

-¿La Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (Alba) puede ayudar en ese aspecto?

-El Alba lógicamente ayuda pero lo que hay que preguntarse es si es suficiente. El proceso es mucho más lento y depende de condiciones internas. Es lento porque mientras otros van avanzando a pasos agigantados tú vas despacio y el problema se convierte en una cuestión de brechas que cada vez se va acrecentando. Creo que la solución pasa por encontrar cómo cerrar esa brecha. Cuando mides el desarrollo hay que mediarlo en términos de distancia entre nosotros y los otros países. De todos modos hay que priorizar determinadas cosas. Los avances nos otorgan bienestar, pero hay que lograr que ese bienestar sea colectivo y que no sacrifique a la humanidad. Que se tenga la posibilidad de trabajar en un tractor en vez de trabajar con el pico, eso humaniza. Tener una computadora en vez de una máquina de escribir también ayuda. Pero ciertamente hay un problema de prioridades y valores, y no sacrificar cosas fundamentales como la vida del planeta sólo para realizar un supuesto desarrollo. 

-Durante el período especial se tuvieron que hacer muchas medidas que generaron algunas diferencias. ¿Cómo respondió el Estado y la sociedad a eso?

-Una de las cosas que ayudó a comprender y aceptar esas diferencias es el hecho de la conciencia que tiene le pueblo cubano y la confianza que ha tenido en los líderes históricos de la Revolución. Se aceptó que eso iba a ser así porque estábamos en una situación de emergencia y pronto se iba a solucionar. El período especial se aceptó como algo que iba a terminar, que no iba a durar toda la vida. Por tanto, la gente asimiló eso como una cuestión coyuntural, momentánea, pasajera. Pero toda medida tiene un costo. En este momento, tras el paso del tiempo, se empiezan a exigir medidas para deshacer esa desigualdad, esas diferencias. La población cubana está atravesando un momento en el que tenemos que enfrentar muchos cambios con el ánimo de poner las cosas como deben ser. Revalorizar, darle sentido y que se convierta en un incentivo el salario, dentro del cuál también se cuenta la salud gratis, la educación, el acceso a la cultura, los productos subvencionados por libreta. El salario es una categoría mucho más amplia de lo que se deduce del simple pago. Incentivar la productividad, esos son cambios que debemos afrontar y trabajar para que sucedan. Ese es un desafío para el cuál hay que crear fórmulas ingeniosas. Algunas experiencias se están dando en la agricultura, donde se ha ligado el salario con el rendimiento productivo, pero aun falta mucho. Estamos en una etapa de cambios, de ir tratando de ver cómo lidiamos con esos desafíos de forma tal que la brecha no se agrande más y se pueda disminuir.